Sunday, June 25, 2006

SAN JUAN Y LA ESPIRITUALIDAD CABALLERESCA.-


Se debe pensar, con los hermanos más filósofos y más esclarecidos, que el verdadero patrono de las Órdenes de Caballería de la Casa de Tadmur, y por tanto de la Muy Noble y Augusta Orden de Santa María de los Buenos Ayres, Orden Bonaria es San Juan el Limosnero, hijo del rey de Chipre, que en tiempos de las Cruzadas dejó su patria y la esperanza del trono para ir a Jerusalén a prodigar los socorros más generosos a los peregrinos y a los caballeros. Juan fundó un hospital e instituyó hermanos para cuidar a los enfermos, a los cristianos heridos, y distribuir ayudas pecuniarias a los viajeros que iban a visitar el Santo Sepulcro.


Juan, digno por sus virtudes de convertirse en el patrono de una sociedad cuyo único fin era la beneficencia, expuso miles de veces su vida para hacer el bien. La peste, la guerra, el furor de los infieles, nada pudo detenerlo. La muerte lo abatió en medio de sus trabajos; pero el ejemplo de sus virtudes quedó para sus hermanos que se comprometieron a imitarlo, a través del desarrollo y el trabajo por los necesitados.

Roma lo canonizó con el nombre de San Juan el Limosnero, o San Juan de Jerusalén; y los Caballeros de la mayoría de las Órdenes, lo eligieron de común acuerdo como su protector" aunque tal vez al dar a la Orden el único fin de la beneficencia olvida demasiado que la Caballería es ante todo una técnica de realización espiritual.

San Juan el Limosnero, patriarca de Alejandría, envió inmensos recursos a Modesto, abate de San Teodoro, en Palestina, para reconstruir las iglesias destruidas en 615 por los árabes. En realidad, los santos patronos de las Órdenes de Caballería de la Casa de Tadmur son San Juan llamado el Bautista y San Juan el Evangelista, uno y otro en estrecho contacto con Janus, dios de los romanos, "dios de las corporaciones de artesanos o Collegia fabrorum que celebraban en su honor las dos fiestas solsticiales de invierno y verano"

En el primer capítulo del Evangelio según San Lucas, Zacarías insiste mucho para explicar el nombre de su hijo, el futuro Precursor. Él dice que se llamará Juan, lo que anuncia la piedad y la misericordia que serán los caracteres mismos del bautista. Es necesario observar que en hebreo el nombre Juan se dice hanan, que significa a la vez beneficencia y misericordia, mérito, gracia, merced (esta última palabra tiene el sentido de "piedad" y no carece de interés señalar el papel de la orden de los Trinitarios u orden de la Piedad, orden de caballería destinada a rescatar a los cristianos caídos en las manos de los infieles y que constituye el título de Príncipes de Mercy, que llevan los Grandes Maestres de la Orden Bonaria.

Johanan significa simultáneamente "misericordia de Dios" y "loa de Dios", y esos dos sentidos se aplican, el primero al Bautista, el segundo al Evangelista. R. Guénon ha observado justamente sobre el caso "que la misericordia es por cierto descendente y la loa ascendente, lo que nos conduce aún a su relación con las dos mitades del ciclo anual" , es decir, con las fiestas solsticiales de San Juan de Invierno y de San Juan de Verano (27 de diciembre y 24 de junio), tan importantes para los Capítulos Generales de la Orden Bonaria .

San Juan Bautista es representado siempre vestido con un manto de color rojo, que es el símbolo del martirio y de la Realeza, en el baptisterio de Constantino, en la iglesia de San Juan de Letrán en Roma, se pueden ver alrededor de su estatua de plata siete siervos del mismo metal, "imagen de los siete dones del Espíritu Santo recibidos con el bautismo".

Se recordará a este respecto que nadie puede ser admitido como Dama o Caballero, sin la presencia en la Vela de Armas de siete miembros. Un nexo aun más estrecho entre la tradición Templaria y San Juan Bautista se observa en la iglesia de Santa María de las Fuentes de Lieja. Se ve en esta iglesia un fuerte bajo relieve de cobre el cual representa al Precursor bautizando al filósofo Cratón.

La fuente bautismal descansa sobre doce bueyes, símbolo de los doce profetas de la antigua ley y de los doce apóstoles de la nueva ley (hay allí también una doble alegoría a la circuncisión y al bautismo). La fuente bautismal se convierte entonces en la imagen del mar de bronce que Salomón había consagrado a la entrada del Templo para purificarse.
San Juan Evangelista, "la loa de Dios", es representado en los vitrales de la Edad Media y en los Libros de las Horas con un hábito verde. En Bourges, él tiene una túnica verde y un manto rojo nimbado de oro. Se le ve bautizando por aspersión (es decir, vertiendo agua sobre la cabeza de los bautizados) almas representadas por personajes desnudos y asexuados. Por encima del Santo aparece Cristo rodeado de siete candelabros de oro, y el Salvador mantiene en una mano un libro cerrado por siete sellos, y en la otra el globo del mundo; la túnica verde es el símbolo de la caridad. La esmeralda, piedra preciosa también verde, es la joya atribuida al Evangelista.

El número siete es el número propio de ambos santos (por ejemplo, en ciertas pinturas se puede ver al Evangelista rodeado de siete formas de iglesias, pues ese numero simboliza el misterio de que se rodean las verdades encerradas en el Libro Divino) . El águila "que se eleva, desde el primer impulso de su vuelo, hasta el seno de Dios, para expresar en términos consagrados el origen de su Verbo y el principio de la luz divina", como el águila del Tetramorfo que al "planear igual que ésta por encima de todas las generaciones humanas cuando relata el nacimiento eterno del Verbo" , son las aves de San Juan, cuyo Evangelio se lee en las investiduras y Capítulos Bonarios.

Existe una relación todavía más estrecha entre el Evangelio y la investidura de las Damas y Caballeros cuando se observa, en el Apocalipsis, a Juan que recibe de un ángel una vara de una toesa con orden de medir el templo, excepto el espacio alrededor del tabernáculo, que era abandonado a los gentiles por Dios, los que deberían recorrer, en las tinieblas exteriores, ese espacio durante tres años y medio, al igual que el bastón que los caballeros reciben durante la ceremonia del ágape.
Es necesario aproximar aquí a Juan, maestro de la iniciación y que preside la dirección del templo esotérico, en la cual los profanos no pueden ser admitidos sino después de haber sido inciados.

Más curiosa aún es esa cita de Dante –que pertenece a los Fidei de Amore, y a nuestra Orden- que muestra a Juan mártir, quien prueba así su amor a Dios, después de haberlo extraído del pecho del Celeste Pelícano.
Nos resultaría fácil desarrollar las numerosas relaciones existentes entre la simbólica cristiana de Juan y la caballería, pero quiero llegar a los vínculos -y éste es el término iniciático exacto- que existen entre los dos San Juan y Janus.
Janus es Cluvius (el que lleva las llaves), al mismo tiempo que Patuleius (el obrero) y Clusius o Cluvisius, es decir, el que cierra. Se le denominaba también el Padre, y los sacerdotes salios lo invocaban como dios de los dioses.

Janus era sobre todo el maestro de la iniciación, y Ovidio nos dice que nadie entraba en el cielo si él no abría la puerta , y Marcial expresa que él también iniciaba la marcha de las estaciones del año y de las revoluciones celestes, y de ahí su nombre Janitor, el portero del cielo.
Más tarde, Janus se convirtió entre los romanos en el guía de las almas y el jefe de los Manes (Janus Bifrons) que él hacía remontar tres veces por año desde los infiernos al mundo superior, el 24 de agosto, el 5 de octubre y el 8 de noviembre.
Las fiestas solsticiales de Janus se convirtieron en las fiestas de San Juan de Invierno y San Juan de Verano. Dios de los hombres del oficio cuya iniciación desemboca en los pequeños misterios, Janus se cristianizó y devino el patrono bajo el nombre de dos santos (Juan) -que en suma no son más que dos modalidades de un solo y mismo ser- de los Capítulos Generales que se celebraba sus el 27 de diciembre y el 24 de junio.

Esto es tan cierto que se puede ver en la iglesia de Saint-Remy en Reims un vitral donde figura "un San Juan que se podría llamar "sintético", que incluye en una sola figura al Precursor y al Evangelista, fusión subrayada por la presencia encima de la cabeza de dos tornasoles dirigidos en sentido opuesto (los dos solsticios), una especie de Janus cristiano en suma".
Nos parece del mismo modo útil mencionar que en el simbolismo medieval se halla una figuración de dos San Juan representada por un círculo que lleva en su centro un punto, círculo que ostenta dos tangentes paralelas. "Este círculo es considerado como una figura del ciclo anual, mientras que los puntos de contacto de esas dos tangentes, diametralmente opuestas una a la otra, corresponden entonces a los dos puntos solsticiales" . Ya hemos dicho que Janus poseía a menudo dos rostros (bifrons), muy raramente cuatro , y mencionaremos ese curioso ejemplo que muestra muy bien la relación de los dos rostros de Janus con la Orden del Temple, en el “Baphomet”. En la catedral de Nantes se puede admirar la tumba del duque de Bretaña, Francisco II, por Michel Colombe. En uno de los ángulos de la tumba se halla una estatua que representa la Prudencia. Se trata de una mujer de doble rostro: el de una joven y el de un anciano (alegoría de Janus). Ese personaje sostiene en una mano un espejo convexo que simboliza la dualidad. El escultor del siglo XVI ha sabido, pues, reunir perfectamente todos los símbolos iniciáticos.

Más asombrosa aún esa madera grabada con el tratado de L'Azoth del alquimista Basile Valentín, donde se observa "a los píes de Atlas, que soporta la esfera cósmica, un busto de Janus -Prudencia- y un niño que deletrea el alfabeto -Simplicitas-" , que nos presenta a Janus como maestro de la iniciación ante el cosmos, es decir, el Capítulo, y el niño que deletrea, el caballero puro que deberá -por el esfuerzo iniciático- reunir lo que está disperso, esto es, las letras que formarán las palabras sagradas, las palabras claves.

Porque no se podría olvidar tampoco que Janus, dios de las puertas celestes y al que es consagrado el mes de enero, tiene entre sus atributos una llave, que simboliza el instrumento que permite abrir las puertas, las barreras, para llegar a un conocimiento más perfecto, más profundo del esoterismo.
Esta llave se ha tornado un cetro en ciertas representaciones de Janus, siendo esos dos atributos también los de Cristo: "¡O Clavis David, et sceptrum domus Israel!... Tú eres, ¡oh Cristo esperado! la llave de David y el cetro de la casa de Israel. Tú abres, nadie puede cerrar; y cuando tú cierras nadie podría ya abrir..." .
Este santo del oficio romano del 20 de diciembre, al mismo tiempo que el anuncio de la fiesta del Evangelista -el solsticio de invierno cuya puerta se abre con la llave de Janus-, canta la llegada del salvador que será bautizado por el Precursor y que dará a Pedro el poder de las llaves: la de oro y la de plata. Una y otra son las claves de los pequeños misterios y de los grandes misterios; ellas dan la entrada sobre los mundos temporal y espiritual. Pedro posee la llave de la salvación. Juan, después de Janus, lleva la llave de la liberación.


Con este título él no puede ser más que el santo patrono de las Órdenes de Caballería de la Casa de Tadmur, donde -al mismo tiempo que se trabaja para la fraternidad, el tiempo ideal- el iniciado tiende por un segundo nacimiento (la condición de Caballero) a la realización integral, al retorno al Adán Kadmon primordial...