En la tradición de la Casa de Tadmur, el primer símbolo de la Dinastía fue la Palmera, de ahí vienen los dos nombres dinásticos; el de Tadmur o Tadmor de origen beduino, y el de Palmira de transcripción aramea.
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Al ir transitando por el camino de la Historia, la Casa Imperial adoptó el Águila imperial blanca, que junto con el león son los tres símbolos seculares de la Dinastía.-
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El Basileus de Oriente, (Q.D.G), S..M.R.I. D. Manuel Mosquera de Septimio-Bahtzabbay el Tadmur, S..M.R.I. Kyrios Yosephos Emmanouél Iº O.S+G “de iure” (1.878-1956), volvió a utilizar la palmera en el segundo de los cuarteles de su Brazo de Armas Teocrático. D. Manuel, gran esoterista, viajero infatigable, iniciado en el sufismo derviche en Turquía, los árabes le llamaban Tariqat, que significa el que está andando, yendo más allá de la iniciación virtual, el que trae la "Baraka", estuvo explorando en África, fue siempre un buscador de lo inefable, de lo divino, algo que había visto y aprendido de su padre D. Tomás. Se casó con la Baronesa Doña Juana Ricart y Pombo, futura Basilisa de Oriente, el día de su boda adoptó como Santo Patrón de Su Familia a San Baudelio y cómo divisa “Quod est Superius est sicut quod est Inferius”.
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Es la palmera la totalidad de la existencia universal. El tronco es el Axis Mundi, un árbol que comunica los tres mundos: lo celestial con sus ramas, que se elevan en los alto y sostienen la bóveda (cielo), lo terrenal con el propio cuerpo de la columna, y el inframundo con sus raíces.
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En el mundo musulman, la palmera es considerada un árbol sagrado, y así se destaca en el Corán. En la tradición Coránica, a los pies de una palmera dio a luz María a Jesús, y de lo primero que se alimento fue de sus frutos.
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Simboliza el carácter cíclico de la evolución cosmica en las fases de muerte y regeneración como señalan la caída de hojas, y la aparición de otras nuevas. La Palmera está compuesta de los cuatro elementos del mundo sublunar: agua (la savia), tierra (tronco y raices), aire (lo toma por las hojas) y fuego (mueve en el desierto nerviosamente las hojas).
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En algunas de las representaciones del Árbol de la Vida Sefirótico, en el que se plasman los cuatro mundos de la Cábala Hebrea, se aprecia una gran palmera que enlaza dichos mundos, y en la parte superior la zona del paraíso.
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Todas las referencias smbólicas, hacen alusión a la funcion de conector de la palmera con lo celestial.
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Es curioso que D. Manuel, buscara como protector a San Baudelio, un santo desconocido para la mayoría, pero de profunda historia y tradición iniciática, un santo de tradición mozárabe.
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Existe en España, San Baudelio de Berlanga, que es, sin duda, el máximo exponente artístico, en Castilla y León, de un momento histórico que se define por la presencia de unas concepciones religiosas, políticas y culturales enfrentadas; pero que el pueblo, en su convivencia obligada, sintetizó en una estética híbrida, consecuencia del afán por buscar una fórmula sincrética que diera respuesta y aglutinara, en un todo uniforme y propio, la cultura y la ciencia de aquellos oscuros años de la Alta Edad Media.
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Ubicada en un difícil espacio fronterizo, tierra de pastoreo y de disputa, marcada por el signo inconfundible de un orientalismo necesitado del mestizaje para poder sobrevivir, la simplicidad externa de la ermita contrasta con la complejidad conceptual, simbólica y teológica que sustenta su fascinante estructura interior; un espacio para Dios, sustentado en el soporte arquitectónico y simbólico de la palmera, como eje que organiza y acoge bajo sus ramas el espacio eremítíco de la cueva, el oratorio, el recinto místico, así como una serie de elementos de carácter basilical y de mezquita, que constituyen el principal punto de confluencia arquitectónica entre el primitivo mundo eremítico oriental, el islamismo mozárabe y la tradición cristiana occidental.
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Todo este universo arquitectónico alcanzaba su plenitud estética y teológica con las pinturas románicas que cubrían sus muros y cuya historia reciente constituye el más triste episodio de expolio patrimonial en nuestra tierra. De estética y temática eminentemente románica, aquí se plasmaron las más importantes escenas del Nuevo Testamento, pero también una excelente galería de animales y personajes, escenas de caza y elementos de decoración en cenefas de geometría abstracta. Un conjunto pictórico de formidable fuerza cromática y maestría en la compo¬sición, velado de influencias islámicas y tributario de bestiarios y de la exquisitez de las miniaturas mozárabes.
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Al ir transitando por el camino de la Historia, la Casa Imperial adoptó el Águila imperial blanca, que junto con el león son los tres símbolos seculares de la Dinastía.-
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El Basileus de Oriente, (Q.D.G), S..M.R.I. D. Manuel Mosquera de Septimio-Bahtzabbay el Tadmur, S..M.R.I. Kyrios Yosephos Emmanouél Iº O.S+G “de iure” (1.878-1956), volvió a utilizar la palmera en el segundo de los cuarteles de su Brazo de Armas Teocrático. D. Manuel, gran esoterista, viajero infatigable, iniciado en el sufismo derviche en Turquía, los árabes le llamaban Tariqat, que significa el que está andando, yendo más allá de la iniciación virtual, el que trae la "Baraka", estuvo explorando en África, fue siempre un buscador de lo inefable, de lo divino, algo que había visto y aprendido de su padre D. Tomás. Se casó con la Baronesa Doña Juana Ricart y Pombo, futura Basilisa de Oriente, el día de su boda adoptó como Santo Patrón de Su Familia a San Baudelio y cómo divisa “Quod est Superius est sicut quod est Inferius”.
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Es la palmera la totalidad de la existencia universal. El tronco es el Axis Mundi, un árbol que comunica los tres mundos: lo celestial con sus ramas, que se elevan en los alto y sostienen la bóveda (cielo), lo terrenal con el propio cuerpo de la columna, y el inframundo con sus raíces.
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En el mundo musulman, la palmera es considerada un árbol sagrado, y así se destaca en el Corán. En la tradición Coránica, a los pies de una palmera dio a luz María a Jesús, y de lo primero que se alimento fue de sus frutos.
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Simboliza el carácter cíclico de la evolución cosmica en las fases de muerte y regeneración como señalan la caída de hojas, y la aparición de otras nuevas. La Palmera está compuesta de los cuatro elementos del mundo sublunar: agua (la savia), tierra (tronco y raices), aire (lo toma por las hojas) y fuego (mueve en el desierto nerviosamente las hojas).
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En algunas de las representaciones del Árbol de la Vida Sefirótico, en el que se plasman los cuatro mundos de la Cábala Hebrea, se aprecia una gran palmera que enlaza dichos mundos, y en la parte superior la zona del paraíso.
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Todas las referencias smbólicas, hacen alusión a la funcion de conector de la palmera con lo celestial.
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Es curioso que D. Manuel, buscara como protector a San Baudelio, un santo desconocido para la mayoría, pero de profunda historia y tradición iniciática, un santo de tradición mozárabe.
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Existe en España, San Baudelio de Berlanga, que es, sin duda, el máximo exponente artístico, en Castilla y León, de un momento histórico que se define por la presencia de unas concepciones religiosas, políticas y culturales enfrentadas; pero que el pueblo, en su convivencia obligada, sintetizó en una estética híbrida, consecuencia del afán por buscar una fórmula sincrética que diera respuesta y aglutinara, en un todo uniforme y propio, la cultura y la ciencia de aquellos oscuros años de la Alta Edad Media.
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Ubicada en un difícil espacio fronterizo, tierra de pastoreo y de disputa, marcada por el signo inconfundible de un orientalismo necesitado del mestizaje para poder sobrevivir, la simplicidad externa de la ermita contrasta con la complejidad conceptual, simbólica y teológica que sustenta su fascinante estructura interior; un espacio para Dios, sustentado en el soporte arquitectónico y simbólico de la palmera, como eje que organiza y acoge bajo sus ramas el espacio eremítíco de la cueva, el oratorio, el recinto místico, así como una serie de elementos de carácter basilical y de mezquita, que constituyen el principal punto de confluencia arquitectónica entre el primitivo mundo eremítico oriental, el islamismo mozárabe y la tradición cristiana occidental.
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Todo este universo arquitectónico alcanzaba su plenitud estética y teológica con las pinturas románicas que cubrían sus muros y cuya historia reciente constituye el más triste episodio de expolio patrimonial en nuestra tierra. De estética y temática eminentemente románica, aquí se plasmaron las más importantes escenas del Nuevo Testamento, pero también una excelente galería de animales y personajes, escenas de caza y elementos de decoración en cenefas de geometría abstracta. Un conjunto pictórico de formidable fuerza cromática y maestría en la compo¬sición, velado de influencias islámicas y tributario de bestiarios y de la exquisitez de las miniaturas mozárabes.
Como vemos el eje central es la Palmera, pero hay más encima de la Palmera, según la concepción Hebrea, del paraíso, encima aparece una cueva iniciática en forma de huevo, oculta por las ramas, mide unos 2,10 m. de altura, y está cubierta por una cupulilla de ocho nervios.
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Es importante señalar el origen Sirio de esta iglesia Mozárabe, por la interrelación que hay con la columna de San Simeón el estilita, en dónde el santo anacoreta estuvo viviendo y meditando en la sabiduría divina, y el hueco encima de la columna con forma de huevo.
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En el exterior de la ermita, hay una fuente de purificación, que hace que el peregrino, sacie su sed, y hay una cripta, en el interior del templo.
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Es curioso que en el mismo lugar, se encuentre la fuente, la cueva, y el huevo cósmico.
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Decía D. Manuel, que para encontrar a Dios, había que beber de la sabiduría (fuente), sentir el seno de la madre (cripta), llegar a Dios (alto de la palmera), y volver a nacer (huevo)
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Se cree que esta ermita, formó parte de la iniciación templaria, de ese otro “temple”, oculto y misterioso, que está a al vista, pero que muy pocos pueden Ver..
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Es importante señalar el origen Sirio de esta iglesia Mozárabe, por la interrelación que hay con la columna de San Simeón el estilita, en dónde el santo anacoreta estuvo viviendo y meditando en la sabiduría divina, y el hueco encima de la columna con forma de huevo.
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En el exterior de la ermita, hay una fuente de purificación, que hace que el peregrino, sacie su sed, y hay una cripta, en el interior del templo.
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Es curioso que en el mismo lugar, se encuentre la fuente, la cueva, y el huevo cósmico.
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Decía D. Manuel, que para encontrar a Dios, había que beber de la sabiduría (fuente), sentir el seno de la madre (cripta), llegar a Dios (alto de la palmera), y volver a nacer (huevo)
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Se cree que esta ermita, formó parte de la iniciación templaria, de ese otro “temple”, oculto y misterioso, que está a al vista, pero que muy pocos pueden Ver..