Sunday, May 13, 2007

PARA REFLEXIONAR.-

1) ¿Por qué estudiamos la educación caballeresca?
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• Porque en su momento se presenta como la mejor educación que se puede dar al hombre (excepción hecha del clero): está destinada a los mejores hombres, y se propone el mejor ideal: el hombre noble y dotado de señorío, debidamente capacitado por la educación para vivir según esa nobleza y sustentar y mantener su señorío. Nobleza y señorío que debieran ser parte del ideal educativo a considerar en nuestros tiempos, y que tan ausentes se hallan de ellos.
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• Porque hay en esa educación un trabajo muy importante para cultivar todas las posibilidades del hombre, y en especial: las que hacen al cuerpo en función del espíritu, desarrollando la fortaleza, la sobriedad, la austeridad, la resistencia; y las que hacen a la vida del espíritu, con el énfasis puesto principalmente en la vida moral en relación consigo mismo y con los demás, trabajando virtudes como la justicia, la rectitud, la prudencia, la humildad, sobriedad y austeridad también y fortaleza, la magnanimidad, el espíritu de servicio, la generosidad..., todo lo cual supone claridad mental, discernimiento y raciocinio para conocerse, conocer a los demás y también las situaciones, y actuar en consecuencia, con nobleza y señorío.
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Sin cambiar una sola palabra, esto debiera ser la base, el fundamento de la educación hoy. Sobre esta base, sobre este fundamento que construye al hombre, puede levantarse el profesional que fuere: científico, técnico, deportista, artesano, empresario, político, artista, etc.; sin esta base, sólo tenemos un animal más capacitado que otros y muchas veces, por eso mismo, más peligroso (los medios de comunicación nos informan de ello día a día, si tenemos la suerte de que no sea nuestra propia experiencia quien nos lo diga). Pero esta “educación” no habrá formado a un hombre.
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• Porque el caballero, noble y señor, hombre de poder, sabe que hay quien es más noble, señor y poderoso que él, y adora, reverencia, ama y teme a Dios, a Quien pone como punto de partida, camino y meta de su vida y sus acciones.
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La educación del caballero supone una formación religiosa, y su vida carecería de sentido sin ese punto de referencia, no declamado sino vivido. Gran contraste con los poderosos de hoy, y no olvidemos que todos nos creemos un poco poderosos –o muy poderosos– gracias a nuestros conocimientos, o al poder que nos dan los medios técnicos, el dinero, las posesiones, la información, el dominio sobre los demás, etc. Habría que revisar planteos, escala de valores, dimensiones en el hombre, y en la educación que se presume quiere formarlo como tal. ¿Cuál?
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2) ¿Es original y exclusiva la realidad del “caballero”?
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• El caballero, inclusive con la acotación de “el héroe” –para distinguirlo del hombre de armas a secas, o soldado– ya ocupa espacios propios en la vida y en la literatura griegas, y protagoniza la obra homérica que conocemos como Ilíada y Odisea. En ambas aparecen estos hombres nobles, guerreros, que también han recibido un adiestramiento del cuerpo y en el manejo de las armas, una formación moral, una introducción a las costumbres de la nobleza y a las normas de comportamiento entre pares..., y que persiguen, a través de la realización de hazañas, la honra como reconocimiento de su honor, y gloria y fama como modos de inmortalidad legendaria.
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En el Medioevo, y en tiempos de Carlomagno y de la renovación de la cultura en las escuelas y en los monasterios, se despierta el interés por la epopeya homérica, por la guerra de Troya, por la Eneida de Virgilio que se presenta como su continuidad y que constituye el linaje heroico de Roma. Los pueblos y las familias se enamoran de esa tradición de heroísmo, y quieren entroncarse con ella y reproducirla. Surge toda una literatura que se presenta como continuaciones del episodio troyano llevadas hasta el Medioevo, y que permiten “encontrar” antepasados que ilustran los diferentes linajes. Y surge la caballería que poco a poco se estructura según ese modelo, pero con la sustancial diferencia que significa la presencia del Cristianismo, y el Grial.
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En tiempos posteriores a la época medieval el caballero asumirá la forma del cortesano, el hombre noble cuya vida transcurre principalmente en la corte.
Seguirá habiendo caballeros como hombres de armas, pero raramente se hallarán solos; forman compañías militares en relación de dependencia del Estado, y muchas veces son, además, mercenarios –y rara vez señores–, lo que los aleja ya muchísimo del caballero medieval.
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Y habrá hombres de armas, que serán los soldados, a quienes no se considerará caballeros, ni serán de la nobleza, ni tendrán señorío alguno. Hoy debiera ser objeto de una muy seria reflexión la formación de los hombres de armas.
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El proceso de la Caballería, y de nuestra Orden Bonaria, es una caballería iniciatica en el trabajo por los demás y por la Humanidad, es un búsqueda del Grial en el corazón de las gentes, para encontrar la llave que nos lleva al Grial espiritual y material.
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En el ciclo del Grial viven tradiciones de raíces inmemoriales. Tales raíces, a medida que se profundizan y enriquecen las investigaciones sobre su contenido y sobre sus orígenes, revelan el humus del que extrajeron la savia innumerables florescencias en el decurso de los siglos y los milenios. Tradiciones celtas y germanas, presentes en formas comparables en la Grecia arcaica y en el Cercano Oriente y comparables -por temáticas y simbolismos- con tradiciones iraníes e hindúes. Mitemas como la Isla Blanca, Tierra de los Inmortales, o de los Hiperbóreos; las aguas peligrosas que el héroe debe cruzar para llegar allí; el simbolismo mismo de la Copa y de la Búsqueda, además de los requisitos morales y espirituales que se exigen a quien se muestre dispuesto, atraviesan las fronteras étnicas y culturales. Incluso las fronteras, vastas de por sí, de las culturas de la familia indoeuropea que se hallan en Extremo Oriente y en las Américas.
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Extracto de Teocracia del Grial.
Gran Maestre de la Orden Bonaria.